Nos tiramos de cabeza el jueves
y acabamos por hundirnos el domingo
pero se agota el oxígeno y no sé
si seremos capaces de compartir
la última bocanada, tan buenos,
tan valientes.
Es una posibilidad
como la de que te alcance ese
cuchillo
o que te cruces en el ascensor a Ray
Charles.
Triple mortal
y en un antro de Moscú
reencuentro tu voz
un poco más quebrada.
Te has saltado todas las salidas.
Fuerzas un cambalache absurdo, por
innecesario,
pero que te reconforta,
que podría ser la red que te recoja
al caer.
Me vuelvo a vender.
El chico del sombrero
te agarrará fuerte de la mano.
Diez minutos antes de salir
corriendo
te susurrará al oído
una canción de Patti Smith
con la vista clavada en un plano de
Manhattan.
Yo seguiré en picado una o dos
eternidades más.
Para cuando toque el suelo
esta habitación ya habrá
estallado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario