Caminó, camina, caminará. Existió, existe, existirá...
Una leve decisión gramatical podría borrarte del mapa en menos que
arde un verso. Podría anclarte en el pasado, dejarte suspendido en
un paréntesis, en un presente perpetuo, o lanzarte
irremediablemente, estamparte contra un futuro para el que no estás
preparado. Aquí tu rutina no te protegerá, tu libre albedrío es un renglón
tachado.
Ya ves, me va el bondage literario. Tú no eres consciente, pero
estás atado con tinta a las patas de una cama de papel. No tienes
escapatoria. Todo el peso del léxico castellano está a esto, ̶ ̶ , de cernirse sobre ti:
asfixiar, beber(se), destruir, extasiar, fracturar, lamer, quemar,
rebañar, satisfacer...es una ruleta rusa cargada de verbos. No hay
forma de adelantar si el siguiente disparo será una tortura o un
placer, pero hoy solo juegas tú, la madrugada es larga y hay un
cuaderno por estrenar.
Habrás deducido ya que el vudú tiene muchas formas. Quizás un día
incluso te atraviese un rayo al óleo o te desmayes de placer sobre
arcilla, quién sabe. En esta realidad paralela la desvergüenza
podría convertirse en mi mayor virtud y la lujuria en tu principal
afición. De momento ya no estás en tu cama, no, es otra,
inexplorada aún. Huele a cuero. La habitación está insonorizada,
llena de juguetes y de velas.
¿Qué te sugiere el verbo "arder"?
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