miércoles, 28 de enero de 2015

Juramento II

Creyó cada palabra
porque ya desde el primer invierno
ella había supuesto un disparatado eclipse
en su existencia.

Tenía las destrezas de agigantar
los pequeños detalles que alzan la felicidad
                                                                               [más leve,
tan solo con rozarlos
y de encauzar la alegría para que se filtrase en la piel
hasta empaparle a una el alma.

Solo ella fue capaz de emanciparle
del desconsuelo inmanente a febrero,
de aliviar el dolor de sus párpados rotos
celebrando cada derrota hasta acabar
borrachas de guerras,
riendo
como si no hubiera ayer.

Sellaron con los labios ese pacto quebradizo
que la libertad mantuvo intacto
hasta el principio de la eternidad,
y soberanas de un imperio ingrávido
de luz y desvergüenza
declararon toda pasión impostergable, derogando el tiempo,
so pena de un renacer infinito,

siempre incompleto.

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