Y te quedaste,
como un mar sin luna,
de nitroglicerina rabioso,
esclavo de sus mareas,
desbocado.
Sonabas,
como un mar acongojado,
de tempestades desmedidas,
con muchos truenos
y pocos rayos.
Y te rendiste,
como un mar deshabitado,
víctima de tus resacas,
berrinches de un Neptuno
enajenado.
Aullabas,
como un mar vertiéndose,
de olas resquebrajadas,
que te rescatara
en medio del naufragio.
Y nos hundimos,
anestesiadas.