Ojalá pudiera disolver
esta pena en ácido,
echársela a los cerdos
o enterrarla.
Pero parece tener
más ganas de vivir que yo.
Ya he intentado ahogarla en alcohol
sepultarla bajo toneladas de ruido,
asfixiarla con el humo
de un millón de cigarros
y otras cosas que arden.
Pero sigue respirando,
patalea
inmortal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario