Bestias antiguas,
empapadas de rabia,
se abalanzan sobre Velma;
una presa reutilizable, incandescente,
exquisita para el paladar.
Aferrada a su brutal vida,
en pleno éxtasis ritual,
se sabe más rota
y más libre tras el festín.
Una bella aberración
adorada por los buitres
y las parias.
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