lunes, 8 de diciembre de 2014

Te quiero. O no.

Por tanto tiempo queriéndote,
sin saberlo,  sin retenerte, sin
demostrártelo.

Por tantos años te he dejado
pululando por mis rincones 
olvidados, por zonas comunes,
anodinas, solo huyendo 
a mi refugio, con mis monstruos y
mis tormentas sin 
pensar nunca en los tuyos.

A tu lado 
sin contar contigo te he amado
como una cría
egoísta e
inconsciente.

Demasiado inmadura para ver más allá 
de los disfraces de
los juegos de palabras.

Demasiado asustada para
querer mirar a los ojos de
nadie.

Te quiero ¿te quiero?
Te he querido ¿te he querido?
¿O quería solo mi reflejo
a tu lado?

Te quiero. O no.
Quiero tus abrazos 
o los de cualquiera, quien
sabe.

Quiero quererte, 
quererte bien. Y no está mierda narcisita
que hago que no le llega al amor
ni a la suela del zapato.

No sé si te quiero. Pero sé
que me muero por quererte.

A menudo vivo en la ilusión de que 
en el fondo quieres que te quiera e
interpreto tus gestos más leves y
triviales
de forma que se conviertan en grandes
esperanzas
para poder seguir amándote 
(en silencio)

hasta que nos sincronicemos
irremediablemente.

Yo mientras sigo amándote
sin tu permiso,
furtivamente,
cuando no estás mirando
cuando estás mirando a otras, sin poder
ver mis ojos ni
mis ridículas esperanzas de que un día
pueda quererte en público, delante de tus narices sin
esconderme ni sentirme 
absurda. Sin 
estas ganas de llorar 
intempestivas.

Sin canciones que rompan
todavía más
los pedazos de mi corazón
helado y cobarde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario